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“SI ES DE LUCHAR, LUCHAREMOS CON LA MUERTE…”

  • Foto del escritor: Wagner Abril
    Wagner Abril
  • 21 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

“La cultura es la fuerza totalizadora de la creación: el aprovechamiento social de la inteligencia humana…. La cultura es todo”


Expresó con firmeza el maestro de los “CIEN AÑOS DE SOLEDAD” Gabriel García Márquez, a finales de 1985, en reunión de intelectuales efectuada en La Habana, Cuba.


Estas abarcadoras definiciones surgieron en corazón y espíritus ciudadanos con vivencias de recitales poéticos y actos recordatorios de un cataclismo natural que destruyó una bella y plácida ciudad del Ecuador, el 5 de agosto de 1949. Con violento terremoto, Ambato registró más de seis mil víctimas en la ciudad y provincia, miles de casas fueron al piso; un ambiente de miedo y angustia se apoderó de la población…


Un maestro y artesano de palabras que configuran el alma de la poesía, Edgar Castellanos Jiménez, labrador fecundo con semillas que deposita en la prodigiosa tierra espiritual de otros jóvenes, presentó inéditos actos culturales. Con la agrupación Ciudad Poética, se entregaron preciosos frutos al pueblo ambateño. Este 5 de agosto, un recital que desde la vía pública expuso temas que recordaron al fuerte terremoto y un conversatorio con personas que, emocionados, detallaron la destrucción de entonces, lograron romper la cotidianidad del agotador trabajo.


Nunca a este Ambato / Llegará la mala suerte / Si es de luchar / Lucharemos con la muerte/


Dicen los primeros versos de Altivo Ambateño, el pasacalle que despertó el espíritu de trabajo combativo, contagiando de entusiasmo y alegría al pueblo.


Carlos Rubira Infante,  músico guayaquileño que también vivió la terrible experiencia, creó una canción que surgió de sus más íntimas emociones. En apenas dos semanas, compuso la música y letra del pasacalle Altivo Ambateño, la presentó a tres amigos que aplaudieron la iniciativa y  la cantaron por calles de la ciudad, hasta un céntrico parque. Con otra canción, Ambato Tierra de Flores, que empezaron a sonar en las radios locales, el pueblo poco a poco fue ganando entusiasmo y comenzaba a mirar un más amplio y mejor futuro. En febrero de 1950 el aguerrido y trabajador pueblo presentó al Ecuador la I Fiesta de la Fruta y de las Flores, que desde entonces se repite cada año, alcanzando éxito internacional. Otros dos temas dieron nueva vida a Píllaro y Pelileo, dos poblaciones vecinas que sufrieron similares estragos del fuerte fenómeno telúrico.


La música, igual que otras manifestaciones artísticas de la humanidad, está en la más profunda raíz del ser, producto de sus íntimas emociones, afectos y sentimientos. El valioso conjunto de espíritus y mentes creativas reunidas en Ciudad Poética, entregó a su comunidad y al Ecuador, dos eventos que pusieron en valor el arte, dieron nueva vida a sentimientos que perviven en el tiempo y, además, aportaron significativamente a la mejor comprensión del concepto de “glocalización”. Frente al fenómeno avasallante de la globalización, que busca igualar las culturas y expresiones artísticas de países y comunidades con las de poderes imperiales, los recientes actos del Ambato que se niega a rendirse a la “dama de negro”, son plausibles, como evidencia de resistente y revolucionaria lucha desde la trinchera cultural.


Las creaciones de los jóvenes poetas sirvieron para salvaguardar la memoria social. El patrimonio intangible del recuerdo y sentimientos se transformó inmediatamente en la famosa Fiesta de la Fruta de las Flores que, cada año, los ambateños y el Ecuador celebran con emoción y alegría.

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