top of page

NO A LAS BASES MILITARES ESTADOUNIDENSES EN TERRITORIO ECUATORIANO

  • Foto del escritor: Eduardo Egüez
    Eduardo Egüez
  • 21 sept 2024
  • 4 Min. de lectura

El Presidente de Ecuador, Daniel Noboa, sin el menor escrúpulo y con falaces argumentos ha iniciado los trámites para permitir la instalación de bases de Estados Unidos en territorio ecuatoriano, violentando los principios constitutivos del Estado ecuatoriano como país soberano y libre de bases militares extranjeras.


Estados Unidos de Norteamérica tiene más de 800 bases militares en todo el mundo. En casi todos los países de América Latina existen más de 50 bases militares y hace pocos días el gobierno ultraderechista de Argentina, Milei, acaba de suscribir un convenio con los norteamericanos para que construyan una base militar en la Antártida.


Los gobiernos latinoamericanos, dependientes del imperialismo estadounidense, siempre argumentan que estas bases servirán para combatir al narcotráfico, al crimen organizado y al terrorismo.


Sin embargo, la historia ha demostrado que donde existen bases militares de ese país, la violencia se incrementa, la producción y comercialización de la droga se triplica y los carteles de la droga, el sicariato, la minería ilegal y la trata de personas se consolidan y amplían.


Si los gobernantes estadounidenses están preocupados por combatir a los traficantes de drogas, ¿por qué no utilizan sus fuerzas armadas para investigar y capturar a las poderosas bandas mafiosas de la droga que activan en su propio territorio?


Sencillamente porque su economía, en gran medida, se basa en los dineros provenientes del narcotráfico, cuyos bancos se encargan de lavar centenas de miles de millones de dólares anualmente.


Durante los diez años que actuó la base militar norteamericana en la ciudad de Manta, su accionar fue un completo fracaso, según versiones de las propias autoridades norteamericanas.


Autoridades militares de esa base en Manta, al finalizar el convenio, informaron, que en esos 10 años capturaron más de mil 500 toneladas de cocaína, sin embargo, nunca indicaron quienes y cuantos fueron detenidos y a donde fue a parar esa droga (malas lenguas dicen que esa droga fue entregada a los narcos en Norteamérica).


Es más, cuando se les exigió que den más información sobre el tema, aclararon que esa cantidad de droga provenía de operativos realizados en Aruba, Curazao y Manta.


Lo que quedó claro y evidente fue que en esos 10 años de presencia en Manta, irrespetaron sistemáticamente los derechos humanos de la población, violaron a niñas y jóvenes, hundieron indiscriminadamente pequeñas embarcaciones pesqueras, se cometieron decenas de asesinatos misteriosos y se desapareció a varias personas.


Hace pocos meses, la jefa del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, sin el menor empacho por su gran arrogancia dijo que América Latina tiene grandes riquezas como petróleo, litio, oro, materiales raros, cobre, el 30 por ciento de agua dulce del planeta y un gran pulmón en la Amazonia, etc. y que Norteamérica debe aprovecharlos.


Desde hace varias décadas Estados Unidos de Norteamérica ha invadido militarmente a muchos países del planeta, desolando a las naciones agredidas, provocando millares de muertes entre civiles y militares, destruyendo infraestructuras estratégicas, sumiendo a poblaciones enteras en la miseria y el atraso. Irak, Afganistán, Libia, Siria, es una muestra reciente de ello.


Sus bases militares repartidas en países cercanos a los escenarios de guerra, provocadas por ellos, han cumplido un importante papel.


Bajo ese criterio geopolítico, las bases militares que Estados Unidos quiere instalar en las islas galápagos de nuestro país, tendrían como objetivo servir de apoyo logístico y de vigilancia en el marco de la tercera guerra mundial, que muchos analistas así lo aseveran.


De esta manera, el Ecuador “sin tener vela en este entierro” se involucraría en este conflicto militar provocando desastrosas consecuencias económicas, ya que las importaciones y exportaciones se reducirían al mínimo.


Entonces está claro, las bases militares en general y las anunciadas bases militares en el Ecuador no combatirán a los traficantes de drogas ni al crimen organizado.


Su principal objetivo es realizar operaciones de espionaje a dirigentes políticos y sociales contrarios a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos; entrenar a tropas y oficiales de la policía y fuerzas armadas del país que los anida; investigar, localizar recursos naturales que sirvan para la industria norteamericana y coordinar acciones con el Comando Sur de los Estados Unidos para acciones militares en los escenarios que dispongan.


Para el efecto cuentan con materiales de guerra y de investigación de alta tecnología como radares, aviones, barcos, helicópteros, laboratorios e instrumentos de espionaje. Eventualmente descubrirán algún cargamento de droga.


Ya se dieron los primeros pasos para la construcción de bases militares en territorio ecuatoriano; primero, durante el nefasto gobierno de Lenín Moreno, quien autorizó, en 2019, al ejército de los Estados Unidos utilizar el aeropuerto de San Cristóbal en las Islas Galápagos, bajo el falaz argumento de combatir al narcotráfico.


El 11 de enero del presente año, la Corte Constitucional, a instancias de Daniel Noboa, aprobó un convenio que otorga beneficios extraordinarios a miembros del ejército estadounidense que ingresen al país y se autoriza la construcción de instalaciones que crean conveniente.


Es de esperar que este atentado a la soberanía del Ecuador reciba el rechazo contundente de los diversos partidos políticos y organizaciones sociales. Las organizaciones ecologistas nacionales y del extranjero deben pronunciarse, más aún si la intención es construir las bases militares en las Islas Galápagos, una de las reservas naturales más significativas del mundo.

Comentários


bottom of page