LOS CORRUPTOS, DE FIESTA EN ECUADOR
- Rodrigo Rangles Lara
- 28 nov 2024
- 5 Min. de lectura

La traición de Lenin Moreno, el primer acto de inconfesable corrupción, abrió el camino a una ola indetenible de hechos contrarios a la ley y la moral, liderados por él y continuados, con entusiasmo y alegría, en los gobiernos de Guillermo Lasso y Daniel Noboa, en una incontrolable orgía del erario nacional.
La voracidad de la rancia oligarquía se desató al amparo del felón Moreno, en complicidad del dictadorzuelo demócrata cristiano Julio César Trujillo, cuando decidieron tomarse, ilícitamente, al amparo de un mañoso referéndum, el Control de Participación Ciudadana y nombrar a su antojo el poder judicial, la Corte Constitucional y las principales autoridades de fiscalización y auditoría.
Rompieron la institucionalidad, que le dio al país orden y desarrollo durante la llamada “década ganada”, creando el escenario adecuado para proteger a Moreno, acusado de recibir sobornos millonarios, imponer el inhumano neoliberalismo y, con él, emprender el apetecido festín de los bienes nacionales, que ha llevado al país a convertirse en uno de los más corruptos del continente.
Las bases para el atraco del erario fiscal, estuvieron a cargo de Moreno, con el amparo de dirigentes políticos derechistas de distinto signo, a la cabeza los social cristianos; la complicidad de medios mercantiles de comunicación y periodistas mercenarios, algunos de ellos informantes de la embajada norteamericana, diestra en mover los hilos del poder tras bastidores.
Le tomó la posta el banquero Guillermo Lasso - cómplice del inolvidable feriado bancario que le sumó varios millones a su fortuna - con el respaldo de esos mismos actores y el aplauso de corruptos dirigentes indígenas de Pachakutik o del auto llamado “izquierdista” Frente Popular y sus bases de trabajadores, educadores y estudiantes.
Si el régimen de Moreno fue un desastre para la población, Lasso rompió el record, pues, no solo compitió en incapacidad, cinismo y, mitomanía, sino que, en una jugada audaz, entregó el poder a su protector, socio y cómplice Danilo Carrera Drouet para que haga los negocios sucios en los sectores de mayor incidencia económica del Estado y, de paso, ensamble una alianza con la mafia de narcotraficantes albaneses.
La descabellada maniobra que le costó, a Carrera, una benévola sentencia se diez años de cárcel por “crimen organizado”- olvidándose la Fiscal General, Diana Salazar, del juicio penal por narcotráfico – le llevó a decretar la muerte cruzada, gracias a la cual llegó el poder otro aprendiz de banquero, Daniel Noboa Azín, a las ancas de los mismos poderes fácticos.
Los ilusos fanáticos del “hijito de papá”, en alusión al acaudalado bananero Álvaro Noboa, se encontraron que, su “héroe”, era el típico ídolo de barro, incompetente para resolver los problemas nacionales; en cambio, resultó un aplicado farandulero y experto en adjudicar, tramposamente, suculentos negocios a sus familiares y socios; administrar el país como si fuera una de sus haciendas bananeras, en su loco intento de cumplir la promesa a su padre: “Voy hacer más dinero que el abuelo Luis”. Y vaya que lo está cumpliendo.
Además de ser neoliberales a raja tabla, incapaces, cínicos, mitómanos y amigos de lo ajeno: ¿Qué tienen en común estos tres gobiernos? La respuesta la encontramos en los famosos chats del candidato presidencial y ¿periodista? Fernando Villavicencio, asesinado en un complot urdido en los tenebrosos ámbitos del narcotráfico y usado, mañosamente, por la maquiavélica Fiscal General, Diana Salazar, para evitar el ascenso de Luisa González a Carondelet y sentarlo a Noboa, tal cual sucedió.
Al margen de la truculenta jugada, otra de las tantas ejecutadas, ilícita e inmoralmente, para beneficiar, ciegamente, a quienes le elevaron al apetecido cargo; se debe reconocer a la fiscal Salazar, el papel de eficaz operadora en el rejuego de la sucia política neoliberal y, en el uso arbitrario de la justicia para cubrir de impunidad los delitos cometidos en estos tres periodos gubernamentales.
En los siete años de estos fatídicos gobiernos antipopulares, los ecuatorianos hemos sido víctimas de atracos practicados, al más alto nivel, a vista y paciencia de las autoridades de control y llevadas a cabo en inimaginables y repugnantes formas: abuso de poder, uso ilegítimo de información, sobornos, tráfico de influencias, fraudes, extorsiones, malversaciones, evasiones, falsificaciones, engaños, plagios, chantajes, traiciones, y tantos otros, que convirtieron al Ecuador en un narco Estado, facilitaron el lavado de dinero, prostitución y trata de personas, todas ellas, ajenas al bien común.
Tras esta asquerosa secuela de corrupción, que mina la moral de la república, afecta los derechos humanos, socava la propia democracia, resta productividad, socaba la seguridad ciudadana, limita el crecimiento económico y el desarrollo humano de las personas se encuentran actores, de carne y hueso, carentes de conciencia social, ajenos a una cultura de compromiso, con escasa educación, una ambición desmedida y, por supuesto, megalómanos en toda la regla.
En el ámbito judicial, por ejemplo, el país conoce las experticias y alcances de la fiscal Salazar en las prácticas del lawfare, protección a delincuentes y jueces corruptos, en asocio con Iván Saquicela o la impertérrita Daniela Camacho, en contubernio con políticos de la talla de Moreno, Lasso, María Paula Romo y una larga lista, suficiente para llenar una guía telefónica.
Larga también es la lista de dueños de medios mercantiles de difusión y mal llamados periodistas expertos en fake news, manipulación, extorsión, chantaje, muy bien representados por Fernando Villavicencio y Christian Zurita, todos ellos actores de “investigaciones” tarifadas desnudadas gracias a los chats obtenidos del teléfono personal de ese agente que operó esa inmensa red de anti patrias destructores del país.
A igual que tantos personajes cogidos en falta – como la misma fiscal Salazar - que niegan la veracidad de los chats en mención, el excandidato presidencial Zurita, en un intento de desacreditar los divulgados desde la Posta, retó a Anderson Boscan a publicar también los mensajes donde se encuentran involucrados personajes gubernamentales puestos en sitios claves en puertos marítimos o en negocios del narcotráfico y lavado de dinero.
Ese desafío, sin proponerse, confirmó que los famosos chats son verdaderos y, lo más grave, tanto él como su socio de negocios y aventuras periodísticas conocían detalles y personajes de ese lucrativo negocio ¿Por qué guardaron silencio sobre esa información? No es difícil imaginar, si el mismísimo “Don Villa”, después de muerto, dejó evidencias y pruebas claras sobre las linduras que hacían.
Hasta tanto, decenas de toneladas de drogas, ocultas en cajas de banano, se han decomisado en varios puertos europeos: ¿Quién o quienes producen banano? ¿Dónde se contamina con cocaína? ¿Quién facilita la exportación de grandes cantidades de banano? ¿Nada sabe el ministro de Agricultura o su sobrina?
Esas preguntas quedarán sin respuesta, como tantas otras sobre los escandalosos ilícitos de nuestros “amados” gobernantes, porque tienen garantizada la impunidad con una justicia selectiva, ciega y muda a conveniencia, organismos de control inoperantes, medios de difusión cómplices, políticos y agentes policiales involucrados en los ilícitos que permitieron permear la corrupción a niveles cancerosos y, los corruptos beneficiarios, sigan con la fiesta, en el Ecuador.
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