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LA OBRA PÚBLICA Y TRANSFORMACIÓN NACIONAL.

  • Foto del escritor: Rodrigo Mancheno
    Rodrigo Mancheno
  • 2 ago 2024
  • 2 Min. de lectura

Se entendió al fin por qué el odio político a la Revolución Ciudadana por parte de algunos actores de oposición, medios masivos de comunicación propiedad de élites económicas y otros inocentes desinformados.


Y es que en este país ecuatorial de las cuatro regiones y enormes recursos naturales, no estábamos acostumbrados a las grandes trasformaciones sociales, y en apenas diez años (2008– 2017), con un corto espacio de auge petrolero, esta estructura política gobernantes tuvo la “osadía” de concretar un vasto programa de obras públicas a lo largo y ancho del país, y poner en marcha el sueño de desarrollo que los ecuatorianos veníamos esperando desde tiempos inmemorables.


Afortunada década ecuatoriana en la que se construyó 833 infocentros comunitarios, ocho centrales hidroeléctricas, seis mega proyectos hídricos, 7.000 laboratorios de internet en instituciones educativas públicas y cuatro universidades públicas.


La tarea no terminó aquí. En este período de gobierno aparecieron 196 obras de infraestructura tales como puentes, caminos vecinales y vías nuevas; 176 UPC; mil centros infantiles del buen vivir; tres institutos técnicos y tecnológicos; 428 escuelas completamente nuevas y modernas, y 215 obras de infraestructura en todas las provincias del país.


 Obras de acceso en el parque Cotopaxi, Ciudad Alfaro en Manabí, parques en Nueva Loja, Ibarra, Joya de los Sachas, Isla Santay; puerto pesquero en Esmeraldas; terminal marítimo “Atracadero 5”; terminal terrestre de Santa Elena y la sede ESPE en Latacunga fueron parte de la obra nacional.


El inventario de obras públicas incluye aeropuertos en Nueva Loja, Tena, El Orto, Santa Elena, Esmeraldas, Catamayo y Latacunga; la ciudad pesquera de Esmeraldas fase 1; el complejo judicial en Guayaquil; 21 hospitales nuevos; 37 hospitales repotenciados; 74 centros de salud tipo C; 27 centros de salud tipo “C” en ejecución, alrededor de 20.000 becas para maestrías en los mejores centros educativos del mundo y 10.000 Km de carreteras de primero orden.


Importantes incrementos en los sueldos y salarios del sector público llenaron de alivio a las economías familiares.


Sin duda, muchas obras más quedaron fuera de este inventario, pero el logro complementario fue quizá de carácter inmaterial: se recuperó la confianza ciudadana en el gobierno y acrecentó la autoestima nacional gracias al país que se ubicaba en la ruta del desarrollo.


Los sueños no duraron mucho. Es evidente que después del año 2017, al término del mandato de Rafael Correa el país se estancó. Tres gobiernos sucesivos (Moreno, Lasso y ahora Noboa) en ocho años consecutivos, paralizaron la obra pública y la inversión social, se deterioró la vialidad nacional, volvimos a los apagones eléctricos por falta de mantenimiento de las centrales de generación, no se incrementó la generación eléctrica, etc.


Retornamos al lacerante panorama del desempleo, la falta de fuentes de trabajo, la caída de la producción nacional, la extrema violencia social en todas las regiones de la patria y las emigraciones de miles de compatriotas en busca de mejor suerte en países extraños.


Más, al cabo de estos últimos ocho años sin obra pública, Ecuador se encuentra con que duplicó su deuda pública y llegamos a la escalofriante cifra de USD 84 000 millones.

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