APAGÓN MENTAL
- Rodrigo Rangles Lara
- 21 oct 2024
- 4 Min. de lectura

Nos preguntamos si los “apagones eléctricos”, uno de tantos factores del estado fallido, concebidos intencionalmente ¿Tienen alguna relación con la aplicación de un conjunto de técnicas psicosociales, conducentes a modificar los procesos mentales de los individuos, hasta llevarlos a un verdadero “apagón mental”?
La pregunta es válida al observar el comportamiento abúlico e indolente de una buena masa de ecuatorianos, víctima de meditadas medidas neoliberales que le han robado derechos y servicios- el eléctrico, entre otros - humillándole a más no poder y afectando, duramente, su calidad de vida al reducirles ingresos económicos y privarles de educación, salud o vivienda.
En tiempos de reciente pasado, agresiones menores, propiciadas desde gobierno derechistas, despertaban la ira de los afectados y más de un abusivo debió desistir de sus malvadas intenciones o, peor aún, terminaron sus mandatos en medio de la repulsa popular.
¿A qué se debe tanta resignación, quemeimportismo sin medida, apatía inmisericorde? La respuesta es posible encontrarla en ese conjunto de estrategias, métodos y técnicas - sistemática, e intencionalmente diseñadas- para afectar el plano psicosocial, modificando sentimientos, emociones y actitudes en los seres humanos.
Todo eso es posible si tomamos en cuenta los avances científicos y tecnológicos, en distintas áreas del conocimiento del ser humano y las neurociencias, que permiten conocer, con más precisión, cómo funciona el cerebro humano y cómo la conducta del ser humano puede ser estudiada (y modificada) a través de los sentimientos, pensamientos o actitudes.
Estas operaciones realizadas desde sitios anónimos, por expertos anónimos, aprovechan de ese conocimiento para moldear el pensamiento aplicando las denominadas “guerras de cuarta o quinta generación”, en distintas esferas del convivir social: económicas, financieras, políticas, psicológicas o comunicacionales, mediante acciones de ingeniería social, desinformación, manipulación y ataques cibernéticos apoyados en la temida Inteligencia Artificial.
Ejemplo de una campaña de afectación cognitiva dirigida a las masas, tenemos en el magnicidio perpetrado contra el postulante presidencial Fernando Villavicencio, cuidadosamente planificado en los centros de poder, agencias de inteligencia extranjeras, y la infaltable ayuda del sistema mediático nacional e internacional que bombardearon la mentira, hasta convertirla en verdad.
El impacto del hecho sangriento y la información manipulada determinaron una lógica reacción contra los supuestos autores de semejante canallada y buena parte del electorado vengó ese criminal atentado sufragando en contra de Luisa González, postulante de la Revolución Ciudadana, a quien todas las encuestadoras le daban como segura ganadora de la lid electoral.
Ahora sabemos que la Fiscal General, Diana Salazar, inventó un anónimo “testigo protegido” para culpar, a Rafael Correa y la Revolución Ciudadana “, de ese criminal hecho, versión que, sin verificación, validó inmediatamente una dolida y estresada esposa del asesinado que, pasado unos meses, y luego de constatar la manipulación de la que fue objeto, denunció el infundio y a su autora.
Ya era tarde, los ideólogos del magnicidio cubrieron sus espaldas asesinando a los mercenarios implicados en la tenebrosa operación, ordenaron al entonces presidente Guillermo Lasso emprender una campaña acusando de narcotraficantes a los opositores al régimen (léase Revolución Ciudadana) y colocaron, en el sillón de Carondelet, al neoliberal, Daniel Noboa, empresario bananero nacido en Estados Unidos, continuador de políticas públicas que ha llevado a la destrucción de la institucionalidad, la economía y los servicios, como el eléctrico, que nos tiene sumidos en las tinieblas, con serias afectaciones a la cotidianidad, al aparato productivo y a la economía nacional.
Afanados en proteger a Noboa del creciente desprestigio y repulsa popular, intentan reeditar la manipulación acusando a Correa y el “correísmo” de ser los causantes de la crisis que vive el Ecuador y, por supuesto, de los “apagones”, reeditando una vieja campaña mediática, acusándoles de haber robado 70 mil millones de dólares, pagar sobreprecio en hidroeléctricas mal construidas y dejar sin fondos para resolver los problemas del país.
Esas mentiras no sorprenden, al fin y al cabo, Lenin Moreno, Guillermo Lasso y, ahora, Noboa, han elevado la mitomanía a política de Estado y no lo han hecho de pura demagogia, ignorancia o al azar, si tomamos como cierta la reflexión de la filósofa e historiadora alemana, Hannah Arendt, quien dice: “Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira, no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras”.
Y, por supuesto, han hecho y hacen lo que han querido, desde destruir el Estado y ponerlo en bancarrota, con la venia y el aplauso de una parte de la frustrada e indolente población ; hasta, y lo más grave: haber afectado el proceso mental de un segmento significativo de la población en base a un meditado y programado sistema de mentiras, manipulación o desinformación que lograron cambiar su forma de analizar la información, entenderla, explicarla y aceptarla, llevándole a tomar lo malo por lo bueno y viceversa.
En otras palabras, no solo vivimos un “apagón eléctrico” y los resultados dañinos de una nula administración del Estado en favor de los marginados, sino y, penosamente, sentimos los nocivos efectos de quienes viven en la oscuridad a causa de un inducido “apagón mental”.
En este mundo de post verdades, realidades ficticiamente creadas, lavado cerebral, no podemos desmayar en el esfuerzo por cambiar ese fatídico y pernicioso orden de cosas, aunque breguemos contra corriente.
Comentários