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APAGONES: ¿UN CAMINO HACIA EL INFIERNO PARA NOBOA Y PARA EL PAÍS?

  • Foto del escritor: Luis Onofa
    Luis Onofa
  • 20 oct 2024
  • 5 Min. de lectura

“De largos apagones está empedrado el camino hacia el infierno”, sentenciaba un amigo al enterarse de los cortes de energía eléctrica en Ecuador, que son la noticia del país en el exterior. El refrán parece calzarle al joven presidente Daniel Noboa, que por fuerza de sus propias circunstancias, podría estar transitando por ese sendero, y con él, también arrastrando al país hacia ese mismo destino. Todos los sondeos de opinión lo muestran cuesta abajo en la preferencia popular. Recientes sondeos indican que la popularidad del gobernante apenas bordea el 30 por ciento,  despúes que superara el 80 por ciento de popularidad a pocas semanas de haberse instalado en Carondelet, en noviembre pasado.


Esos resultados lo confirman los comentarios callejeros. Mucha gente del pueblo, agobiada por los cortes de energía, dice que no votaría por Noboa en las elecciones del próximo año. Consciente de su pérdida de simpatía popular, el  gobernante recurrió la semana que termina a tratar de distraer a la población de los apagones con una aparición pública y un decreto.


Una prolongada ausencia pública precedió a su comparecencia por cadena nacional de televisión y radio para anunciar que un rastreo satelital había descubierto dos mil hectáreas de cultivos de coca en territorio nacional. En las pantallas apareció sobriamente trajeado de negro, adusto, sobre el fondo de la bandera nacional y de uno de los salones de Carondelet. Había dejado de lado la informalidad con la que viste para mantener la simpatía de los electores jóvenes, y el camuflaje militar de combate con el que busca transmitir el mensaje de que está al frente de la guerra contra el narcotráfico.


Sin embargo, ni el contenido del mensaje, y menos la metamorfósis que adornó su aparición, le dieron los resultados que esperaba. No convenció y menos distrajo la atención de los ecuatorianos: “El narcotráfico no es importante, lo que ahora necesitamos es luz”, comentó de manera tajante una televidente, al referirse al mensaje presidencial. Ella, como muchas y muchos otros ecuatorianos, particularmente en Quito, habían sido generosos, al menos hasta ahora, en juzgar la gestión del mandatario.


Analistas, también generosos en evaluar la administración de Noboa, se mostraron igualmente desencantados. Uno de ellos, experto en comunicación, puso en su lugar la magnitud del hallazgo: la cantidad de cultivos de coca a la que aludió Noboa es poca si se la compara con los cientos de miles de hectáreas de cultivos que hay en Colombia, Perú y Bolivia, dijo.


El jueves 17 de octubre Noboa expidió un decreto por el cual las familias no pagarán sus consumos mensuales de electricidad de hasta 180 kilovatios en diciembre, enero y febrero próximos. Los dos primeros meses corresponden a la campaña electoral y el tercero a las elecciones presidenciales en las que él busca reelegirse. Con esa medida  intenta congraciarse con los electores para que le favorezcan con su voto.


Pero lo hará con recursos que saldrán del propio bolsillo de los consumidores porque, más temprano que tarde, esos recursos que dejarán de recibir las empresas generadoras y distribuidoras de energía deberá reponerlos el ministerio de Finanzas con los impuestos que pagan todos los contribuyentes. No saldrán del bolsillo de Noboa, cuya corporación bananera, cabe recordarlo de paso, tiene una deuda al fisco de más de 90 millones de dólares, respecto de la cual el presidente nada ha dicho.


Mas allá de las formas de la comunicación gubernamental, hay un problema de fondo. La crisis que lacera al país, son producto del modelo neoliberal que se aplica en el país desde hace siete años. Sus responsables son el propio Noboa y sus antecesores, Guillermo Lasso y Lenin Moreno. Esa estrategia ha desmantelado el estado con el propósito de privatizarlo todo y garantizar el pago puntual de la deuda externa.


La Contraloría divulgó hace poco un informe que ha sido poco publicitado y analizado por los medios: ni Lenin Moreno, ni Guillermo Lasso, ni Daniel Noboa invirtieron en el mantenimiento de las generadoras que existen en el país y menos en la construcción de otras nuevas, que estaban planificadas, pese a que todos ellos sabían que se venía una temporada de fuerte sequía. En ese documento, el ente de control estatal, en lenguaje técnico llama “falta de gestión” a la indolencia que mantuvieron los tres gobernantes frente al problema que los técnicos advirtieron que se veía venir.


El escenario global es apocalíptico para los ecuatorianos. La secuencia de hechos se suceden en una suerte de efecto dominó: los tres recientes gobiernos han contraído el gasto y la inversión pública por su dogmatismo neoliberal. Sin esos recursos la economía no crece, ni siquiera la privada. Se detrioran los servicios públicos (agua, electricidad, carreteras, teléfonos, educación, salud). Crece el desempleo, escasea el dinero para comprar y no se mueve el comercio de bienes y servicios. Sin empleos, crece la delincuencia y la inseguridad. El país se desprestigia como uno de los más violentos en el mundo. Los inversores privados no invierten por temor. Inclusive los acreedores de la deuda externa desconfían, tanto que, a pesar de que reciben puntualmente los pagos, califican a Ecuador como un país de alto riesgo. El torbellino es desastroso.


En esas circunstancias, la estrategia y las tácticas de comunicación que recomienda el mercadeo político parecen serle cada vez mas ineficaces a Noboa. Una vieja pero básica regla de comunicación política dice que ésta tiene éxito cuando tiene algo que comunicar. En otras palabras cuando hay gestión u obra sobre la cual comunicar. Caso contrario, el discurso y la comunicación se llenan de oropeles, falacias y sofismas que terminan por delatarse a sí mismos como burbujas.


Así, la ambición de Noboa de reeligirse en 2025, que no un loable sueño, podría estar lejos de concretarse. Ese sería su infierno. Hay encuestas que lo colocan por debajo de Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, después que el actual mandatario apuntaba a reelegirse en una sola vuelta. Inclusive algunos de sus más fervoros partidarios en los medios de comunicación masiva han comenzado a darle las espaldas y optan por una posición crítica, que incomoda al gobernante, o guardan un descorazonado y descorazonador silencio.


Pero Noboa podría convalecer y salir del infierno al que lo están conduciendo los apagones. Ello es posible en un país donde la débil formación política de los electores los hace maleables a las maniobras políticas y de comunicación. El perdón de las facturas de consumo eléctrico es un ejemplo. Además, corren conjeturas de que el gobernante suspenderá los apagones vísperas de Navidad y Año Nuevo y en las semanas previas a las elecciones presidenciales y legislativas de febrero próximo. De esa manera buscaría que los ecuatorianos olviden sus penurias energéticas y vuelvan a votar por él.


¿Los ecuatorianos borrrarán de su memoria su calvario energético e insitan en votar por él? ¿Optarán por otro candidato de la misma línea de Noboa? O escogerán otra alternativa que los salve del huracán.

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